Al otro lado del río Tajo y a la salida del puente viejo hubo una ermita bajo la advocación de San Sebastián y San Fabián. Era un templete para los viajeros y las gentes que iban o venían de la Jara; sin embargo, se contaban muchas historias de hechicerías y brujerías que tenían lugar en aquel santuario. A finales del siglo XVI ya había desaparecido, según algunos, tragado por las aguas.