Familia

La anorexia: Un trastorno de conducta alimentaria

Parece ser que están de moda, aunque su conocimiento y descripción se remonta a hace muchos años, en las dos últimas décadas es cuando su presencia se ha impuesto de manera abrumadora. Está muy relacionada con los factores sociales y las conductas a imitar. Provoca una verdadera distorsión en la dinámica del grupo familiar. El cuadro clínico se caracteriza por un rechazo de la enferma a mantener un peso corporal dentro de los limites normales, teniendo en cuenta la edad y la altura. Es muy normal que
la paciente tenga falta de percepción de su propio estado.
La pérdida de peso acompaña a un trastorno endocrino que provoca amenorrea en la mujer. Surgen otros síntomas psíquicos como ansiedad elevada, alteración del ánimo con tendencia a la depresión, irritabilidad, disminución del rendimiento intelectual y fatiga. También se acompaña de síntomas físicos como, hipotensión, bradicardia, hipotermia e incluso aparición de vello corporal. La falta de apetito es un síntoma común a otras muchas enfermedades, es por eso necesario el diagnóstico diferencial por un profesional. Existe un porcentaje más elevado de aparición del trastorno entre los 15 y los 25 años de edad, pero hay otro tanto considerable que comienzan entre los 16 y 40 años.
Aunque no existe biografía sobre la anorexia en niñas se han descrito casos de entre los 14 o incluso 6 años de edad. Es frecuente que la enfermedad se de en determinadas profesiones, como son las bailarinas, las gimnastas, modelos y jockeis.
Es posible que a lo largo de evolución aparezcan crisis bulímicas, lo que complica el caso considerablemente. Las personas que sufren de anorexia sienten una gran preocupación por el peso y la figura, desean estar más delgadas y ello conlleva un retraimiento social. El miedo a engordar y el rechazo a los alimentos se asemeja a una fobia. La anorexia persiste hasta que la persona vuelve a coger peso adecuado y disminuye la obsesión y la preocupación por su problema.
Los rasgos obsesivos son muy intensos, comprueban meticulosamente las calorías de cada alimento. El sueño disminuye en calidad y en cantidad, así como, en una profundidad y capacidad reparadora, lo que provoca una disminución en el rendimiento intelectual. Existe por tanto una gran insatisfacción por la propia imagen. La búsqueda de la delgadez se lleva a cabo por dos vías diferentes: una restringiendo la comida y la otra realizando ejercicio excesivo. Es propio también la utilización de laxantes, diuréticos o supresores del apetito. Las comidas para estos enfermos son largas y eternas, la tendencia es hacer trocitos pequeños y repartirlos por el plato, hasta conseguir despistar y echarlos al bolsillo o a cualquier rincón. No es extraño que existan personas que de manera obsesiva e incluso de manera tirana, hagan que sus familiares coman grandes cantidades de comida, siendo ellas las que preparan e invirtiendo mucho tiempo en la elaboración y la compra de los productos, eso si, analizando minuciosamente su composición, suelen tener muchos conocimientos en cocina, coleccionan libros y recetas.
Lo primero y principal para tratar este trastorno es que la persona desee cambiar su conducta y que quiera colaborar, para ello ha de aceptar que tiene un trastorno de la conducta alimentaria, que éste le está provocando un daño corporal y que un cambio merece la pena.
En caso de que haya riesgo para la vida se ha de imponer el ingreso hospitalario, aquí los tratamientos son individualizados y es muy importante la participación de todo el grupo familiar, esto es algo imprescindible.

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