Imaginemos que tenemos una entrevista de trabajo para cubrir una vacante en una importante multinacional; llevamos varios días nerviosos pensando en el día de la entrevista. La víspera, apenas dormimos pensando en que cualquier error que cometamos será suficiente para que nos rechacen, ya que hay muchos candidatos y sólo un puesto.
Llegamos al lugar de la entrevista y vemos a otros candidatos que están esperando, y pensamos que parecen más preparados que nosotros y con mejor apariencia física que la nuestra.
Iniciamos la entrevista y por nuestra mente pasan numerosos pensamientos: he dicho una tontería, me están sudando las manos, seguro que me están notando que me siento nervioso, lo más probable es que ya tengan un candidato seleccionado… Con esta actitud ¿Nuestro rendimiento en la entrevista será el adecuado? ¿Nos favorecen de alguna manera esa serie de pensamientos negativos que nos asaltan?
La activación que se produce en una situación de evaluación, como es el caso de una entrevista de trabajo o un examen, es en cierta manera positiva y necesaria. Un nivel de ansiedad mínimo es necesario, en el sentido de que origina la motivación de logro adecuada para ponernos en acción. El problema aparece cuando la ansiedad sube a niveles tales que es excesiva en frecuencia e intensidad, impidiendo al individuo desenvolverse de manera adecuada.
Si las emociones y pensamientos negativos (preocupación, intranquilidad, desasosiego…) que nos invaden a cerca de nuestra ejecución (un examen, una entrevista de trabajo, una exposición en público…) nuestro rendimiento se verá proporcionalmente afectado a la magnitud de esos sentimientos. Así ocurre cuando un alumno manifiesta estar muy nervioso y, aunque se haya estudiado el examen, su ejecución es muy pobre debido a que los recursos mentales invertidos en la tarea cognitiva de preocupación, intranquilidad… reducen los recursos disponibles para procesar otro tipo de información.
La ansiedad es una reacción emocional normal en todos los seres humanos ante situaciones en que prevén que puede haber un resultado negativo. Ante esta situación nos ponemos nerviosos, nos ponemos en alerta y podemos reaccionar de varias maneras.
A nivel cognitivo, las manifestaciones son: preocupación, inseguridad y dificultad para decidir. Las respuestas fisiológicas que aparecen son: sudar y tensión muscular, lo que lleva a problemas de sueño.
A nivel conductual, se experimenta inquietud, temblor de voz y se huye o evita la situación, apareciendo los bloqueos.
La preocupación es una emoción destructiva, en el sentido de que afecta al rendimiento en todas las tareas de tipo cognitivo (exámenes, aprendizaje, desempeño…) y dificulta el proceso de toma de decisiones.