Talavera de la Reina ha sido, desde sus más remotos orígenes, un lugar rodeado de huertas y pagos, regados por el río Tajo y por el Alberche, así como por múltiples arroyos que, incluso, fluían por el interior de la ciudad. Debido a esta abundancia de agua, Talavera poseía multitud de huertas famosas por sus productos hortofrutícolas, como tomates, de los que hubo fábricas de conservas en su momento, de ahí que el camino de Mejorada sea llamado por los talaveranos como “Camino de la Fábrica de Tomates”.
Desde prácticamente su fundación, Talavera poseía en sus cercanías multitud de villas que pertenecían a ricos terratenientes, verdaderas casas de campo con todo tipo de lujos. Una de esas zonas de pagos es Valdelacruz, situada al noroeste de la ciudad y muy cerca del camino que lleva a la ermita de Santa Apolonia, mencionada en la inmortal obra de Fernando de Rojas “La Celestina” y famosa por la romería que se hace a ella cada mes de febrero. Esta zona, conocida también como Peña del Cuervo, fue un lugar estratégico durante la Batalla de Talavera (27 y 28 de julio de 1809,) pues fue parte del campo de batalla, por lo que no es de extrañar que se hayan encontrado restos materiales de la contienda. Actualmente el camino de Valdelacruz, al que se accede cruzando las vías del ferrocarril, está lleno de parcelas, por lo que se conoce popularmente como “El Pueblecito”.
ACTUALMENTE ESTÁ LLENO DE PARCELAS Y SE CONOCE POPULARMENTE COMO «EL PUEBLECITO»
Estas parcelas, a menudo construidas de manera muy precaria, son propiedad de vecinos de Talavera que tienen allí su segunda vivienda en la que pasar los días festivos y los fines de semana, entretenidos en las labores agrícolas o bien descansando del ajetreo diario. También hay gente que ha decidido dejar atrás el ruido y las prisas de la ciudad y vivir en la tranquilidad del campo y, sin embargo, seguir estando cerca de todas las comodidades de la urbe. Muy cerca se halla la Huerta de Pastera, una antigua área de viñedos y olivares situada al norte de la ciudad. Además, uno de los arroyos que llegaban a Talavera recibía el nombre de Callejón de Pastera y nacía en los montes de Segurilla, atravesando estos caminos hasta desembocar en las inmediaciones del Faro.
Se dice que, aunque las aguas de este arroyo eran limpias, las gentes no lavaban sus ropas en él, al haber un estercolero en sus cercanías. El nombre de Pastera podría derivar de la persona que echa en los capachos la pasta de la aceituna molida, o bien, puede hacer referencia a un recipiente que se utiliza para hacer pastas de diferente naturaleza.