La plaza de los Santos Mártires, de reciente construcción, debe su nombre a la iglesia acabada de construir en 1976, pero a pesar de que ya entonces este espacio era conocido por los talaveranos como Santos Mártires, el nombre oficial no lo tuvo hasta el año 1995. El lugar elegido para construir la iglesia con los materiales extraídos de la parroquia de Talavera la Vieja, localidad desaparecida bajo las aguas del embalse de Valdecañas en 1963, era un descampado situado entre las calles Gredos, Almanzor y Medellín, donde en otro tiempo hubo huertas, alguna tan conocida como la de la Bomba y uno de los posibles lugares donde ubicar el actual cementerio.
Esta Parroquia – en su estructura material – procede del traslado del templo de la Parroquia de Talavera la Vieja desaparecido a causa de la construcción del Embalse de Valdecañas llevado a cabo por Hidroeléctrica Española. El traslado de materiales se empezó en el año 1962 y en Agosto de este mismo año el Sr. Obispo Auxiliar de Toledo D. Anastasio Granados García colocó la Primera Piedra. El templo se construyó con la intención no de que fuera Parroquia sino filial de la Parroquia de Santiago, por esta razón interviene en la colación de la primera piedra el Párroco de Santiago D. Fidel López Lorenzo.
También se encontraba en los alrededores el famoso aerofaro, por eso la zona cercana a la iglesia siempre ha sido conocida como “el Faro”. Su nombre se debe a que en las cercanías, en lo que en otro tiempo se conocía como barrio de la Enramada, existía una ermita con un cementerio bajo la advocación de los Santos Mártires.
La ermita tiene su origen en el año 1599 cuando se produjo una epidemia de peste que asoló Talavera y, por la gran cantidad de víctimas producidas por la pandemia, se tuvo que habilitar un terreno a las afueras de la ciudad, más allá de la puerta de Zamora y pasado el arroyo Berrenchín, para utilizarlo como camposanto, y el ayuntamiento mandó construir una ermita para santificar el lugar y por voluntad del Sr. Obispo Auxiliar de Toledo se decidió darla el nombre de Santos Mártires en honor a los hermanos talaveranos Vicente, Sabina y Cristeta, martirizados en Ávila por el pretor Daciano en tiempos del emperador Diocleciano hacia el año 304.
La parroquia quedó en desuso y el lugar abandonado, pero en el siglo XIX se recuperó para dedicarlo a ser el cementerio de la parroquia de Santiago El Nuevo. La urbanización de la zona se produjo ya en el siglo XX cuando se canalizó el arroyo Berrenchín. Con todo, la plaza no quedó configurada hasta la creación de la iglesia.