Lenguaje y familia

Si los niños no permanecen en las guarderías desde los siete meses, muchas horas al día, durante varios años, se puede decir que el lenguaje es, para ellos, el principal legado de sus padres; el aprendizaje del lenguaje no es sólo la enseñanza de una estructura formal o sintáctica, sino un instrumento de comunicación donde se condensa la historia familiar, traducida en múltiples matices y giros, en contradicciones, lagunas, dificultades… Por eso, el lenguaje del niño “descubre”, “traiciona”, el lenguaje y la historia de su propia familia. El lenguaje puede ser verbal y no verbal (preverbal o paraverbal); este último se expresa en comportamientos, gestos, posturas, sonidos sin significación convencional… Esta comunicación, generalmente inconsciente, es muy importante porque no está tan controlada por el sujeto como el lenguaje verbal. Todo comportamiento, verbal o no, está comunicando algo, es significativo: “no puede no serlo”. Una familia está gobernada por reglas y coartada por secretos (secretos de la familia y también secretos en la familia). Existen siempre secretos en la familia, que corresponden no sólo a la intimidad de cada uno, sino a comunicaciones realizadas selectivamente y en forma limitada a sólo unos pocos de los miembros, con intención o sin ella de que permanezcan semiocultos. Cuando no existe una buena red interna de comunicación familiar, se producen lagunas, puntos ciegos, a veces inevitables, que, cuando son importantes, pueden conducir a graves equívocos, tensiones e insatisfacciones familiares. En cuanto a los secretos de familia son aquellos que se guardan colectivamente o en coalición (secretos de los padres hacia los hijos y viceversa), que la mayoría de las veces tienen que ver con “taras” o “vergüenzas” de la familia actual o de sus generaciones pasadas. Las reglas familiares pueden ser explícitas y aparentemente dictadas por un miembro del grupo. Hay también meta-reglas, que son “una regla sobre la regla”. Para descubrir las reglas familiares, hay que basarse en los comportamientos repetitivos o redundancias de la familia, es decir,  aquellas comunicaciones paraverbales que se reproducen con mayor frecuencia como una unidad secuencial. Es preciso, entonces, detectar el estímulo que las provoca, lo que nos conducirá el hallazgo de la regla implicada. Otro recurso para el depistaje de las reglas familiares es el descubrimiento de la meta-comunicación. Toda comunicación verbal es un mensaje que posee un doble registro: su contenido formal, estricto, lo que se comunica explícitamente, más algo que no se dice, pero que también se comunica: la meta-comunicación (o comunicación sobre la comunicación), que es el componente relacional que toda comunicación vehicula y que trata de determinar la naturaleza de dicha relación entre los interlocutores. Por ejemplo, dos personas que no se conocen o se conocen poco se encuentran en un ascensor. Una de ellas inicia el tópico: “Parece que hoy va a hacer más calor que ayer”. Este mensaje tiene un valor de contenido informativo, de opinión. La meta-comunicación sería: “Es angustioso hallarse juntas dos personas extrañas como nosotros; despejemos esta angustia, pero sin implicarnos demasiado en nuestras relaciones”. El diálogo es un sistema circular de comunicaciones/meta-comunicaciones, en el que se afirma, se niega, se ignora, se modifica, lo que se dicen los intercomunicantes. Para que una relación sea adecuada es importante que los interlocutores sepan y puedan captar, más o menos, conscientemente, el mensaje de la meta-comunicación.

Por Roberto Aguado. Psicólogo especialista en Psicología Clínica. Presidente del Instituto Europeo de Psicoterapias de Tiempo Limitado.
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