Este mes nos habla de la vuelta al cole. Qué buena ocasión para recordar aquel estado de ánimo que experimentábamos cuando a término de las vacaciones navideñas o veraniegas anticipábamos el regreso al aula. Es probable que nos resulte sencillo debido a la similitud entre aquellos recuerdos y la actual previsión personal de los próximos lunes.
La antigua angustia ante la evaluación por parte del profesor y el temor a la próxima reunión de trabajo, se parecen mucho. La ingenua idea de lo insoportable del periodo de tiempo hasta las vacaciones de Semana Santa y el afrontamiento pesimista del sentimiento que induce las semanas completas sin festivos, son prácticamente idénticos.
El mismo frío y la misma sensación interna, al mirar por la ventana, que bien merece ser resuelta esta vez.
Generalmente el estado de ánimo descrito se debe a un comienzo inadecuado de la etapa vacacional. Habríamos tenido una experiencia similar, menos intensa, justo después del puente de la Constitución, cuando hemos llegado a la Navidad con la falsa idea de que no hubiéramos aguantado un día más.
- El riego está en la creencia de que ahora, no estamos preparados anímicamente para afrontar dicho periodo.
- La solución está en el último párrafo: descifrar la información interna, desenredar lo emocional de lo racional. Para ello podemos recurrir a las siguientes técnicas que listamos a continuación.
- Describir con palabras objetivas «qué es lo peor que me espera en los próximos días».
- Otorgarle un valor de credibilidad (de 0 a 10).
- Buscar argumentos sostenibles a favor y en contra de tal hipótesis.
- Inmediatamente después hacer otra hipótesis optimista, operativa y constructiva del futuro a corto plazo, dándole un valor de credibilidad (de 0 a 10).
Racionalizando de esta forma la angustia existencial deshacemos el encantamiento del que eramos víctimas.
No olvides acordarte de lo que exagerabas cuando creías que era el fin.