Jesús Lázaro Ruiz, 25 años de trayectoria en la abogacía

“Me levanto temprano cada día y vengo al despacho con mucha ilusión”

Repasamos con Jesús Lázaro Ruiz, fundador del despacho Aequitas Legis Abogados, sus 25 años de trayectoria como letrado.

¿Qué recuerda de aquel 18 de septiembre de 1995?

Recuerdo la primera vez que entré en el Colegio de Abogados, la biblioteca, la cordialidad con la que otros compañeros con más experiencia me trataron, eso me impresionó y fue lo que más me gustó. Como curiosidad recuerdo que la colegialización en aquella época costaba 60.000 pesetas. Y se dio la casualidad de que en un sorteo en una discoteca me tocó una tabla de surf. Pues la vendí en Serranillos Playa y, con ese dinero, me pagué la colegiación.

¿Qué queda de aquel abogado novel de hace 25 años?

Por aquel entonces comencé con miedos e incertidumbres. Hoy, me quedan las ganas de trabajar, el empuje y la pasión por la abogacía. Me sigo levantando temprano cada día, con energías renovadas y vengo al despacho con toda la ilusión…

¿Qué es lo que le mantiene con ese ímpetu a diario?

Son los clientes los que me impulsan a levantarme cada día, el poder solucionarle los problemas a la gente, las tareas que por la noche te programas para el día siguiente, el ir cumpliendo las metas del día a día. Es cierto que suelo desconectar, no me llevo trabajo a casa, pero a la hora de meterme en la cama me planifico lo del día posterior.

¿De dónde le viene esa vocación por la justicia?

Cuando hice Derecho había varias salidas; una que podía haber hecho era opositar. Un amigo de mi padre tenía en Madrid una academia de preparadores para las oposiciones de judicatura y fiscalía, era magistrado del Tribunal Supremo y un gran preparador. En aquella época mi familia trataba de empujarme a opositar, pero a mí la oposición nunca me llamó. Tampoco me gustaba trabajar en una empresa grande, lo de meterte en un cubículo a desempeñar tu trabajo no me apasionaba. Por lo que empecé en el despacho de un primo lejano mío, en Madrid, más concretamente con un socio de ese amigo, que me dijo que probara a ver si me gustaba. Y fue él quien me metió el gusanillo en el cuerpo. Su nombre, Gonzalo Ontivero Miñana.

Sin embargo, ha terminado por desarrollar su carrera profesional en su ciudad natal, Talavera…

Cuando terminé el servicio militar empecé a pensar en montar mi propio despacho en Madrid o en Talavera. Allí en Madrid estaba progresando, pero no dejaba de estar en un despacho que no era el mío. Decidí comenzar en Talavera, por aquel entonces además mi familia tenía empresas. Comencé con mi compañero David que ya he mencionado en un despacho en la calle del Sol, frente a una tienda de sofás. De ahí nos cambiamos a otro despacho, posteriormente se incorporó otra persona más y con el tiempo separamos los caminos… Hasta que en 2008 comienzo en mi actual despacho de la calle San Clemente.

De la abogacía de hace un cuarto de siglo ¿qué es lo que más ha cambiado a día de hoy?

Ha cambiado el tipo de asuntos, entonces había mucho impagado, letras de cambio, cheques devueltos… ahora no hay tanto de eso, eran procedimientos distintos. En aquella época los divorcios eran más excepcionales, ahora son más comunes. No existían temas de violencia de género y  ahora, por desgracia, te encuentras cada mes con algún caso… Los casos antes eran más sencillos y menos costosos en cuanto a trabajo. No existía Internet, ni Google y buscar jurisprudencia era meterte en consultar libros, leer hasta que encontrabas una que te valiera… Hoy tardas menos, pero tienes un montón de temas y más complejos. Con una casuística muy dispar porque antes los temas estaban más acotados. Hoy te puede entrar cualquier cosa. La semana pasada, por ejemplo, nos llamó un despacho de abogados de Italia que necesitaba ejecutar una Sentencia en España; esto antes era impensable. La abogacía de hoy en día es adaptarte a lo que te va llegando.

Hay que ser de una pasta especial, ¿no?

Lo tienes que llevar dentro, lo tienes que vivir y te tiene que gustar. Si no, sufres.

Aún con todo celebra 25 años como abogado. ¿El secreto?

Los clientes, los asuntos pendientes y la ilusión por sacar los temas adelante. Estoy pensando en dos sentencias pendientes que tengo de la Audiencia, un tema pendiente del Supremo, o cualquier tema nuevo que pueda entrarte. Y es que, al igual que siempre tienes un tema nuevo con el que ponerte, siempre tienes un caso pendiente y tienes ilusión por verlo terminar, por ver cómo lo has encauzado y si tu manera de enfocarlo ha sido la correcta.

Detrás de un buen abogado, ¿siempre hay un gran equipo?

Sí, en mi caso es imprescindible, yo no podría realizar mi trabajo sin mis compañeras del despacho, porque aunque cada uno de los integrantes del despacho, de Aequitas Legis, nos responsabilizamos de los temas que nos tocan, nos apoyamos mucho mutuamente entre todos. Cada uno tiene que responder ante un cliente de un caso, de un trabajo, pero es muy importante el apoyo que nos damos dentro del grupo del despacho, porque el equipo tiene que ir en la misma dirección que tú sino es imposible desarrollar un buen trabajo.

¿Qué debo tener en cuenta para elegir un abogado?

Primero, que vaya a tener dedicación en cuanto a tiempo según requiera tu asunto. Si es un buen abogado pero está colapsado porque tiene mucho trabajo y no te va a poder dedicar el tiempo que requiere tu asunto, vas mal. Segundo, te debe generar confianza, pues tú le encomiendas tu caso a una persona que te debe responder con tiempo y trabajo. La confianza te viene por la trayectoria, por la experiencia que has tenido con ese abogado y lo que te transmite.

¿Qué diría que le queda por hacer en el mundo de la abogacía?

Sobre todo relacionado con sentencias, me gustaría ganar una en un recurso que me queda que todavía no he podido, en concreto en la Sala Cuarta de lo Social un recurso de casación por unificación de doctrina. He obtenido sentencias favorables en todos los órdenes jurisdiccionales e instancias menos ésa.

¿Cómo ha afectado la pandemia a su sector?

En una gran medida. El ir a los juzgados se ha restringido bastante. Esa accesibilidad de ir a ver un tema ahora ya no la puedes tener. Solo vas cuando es estrictamente necesario o urgente. La primera vez que entré en un juzgado después de haberse levantado el estado de alarma entré con miedo. Estoy hablando de sitios como los juzgados de Talavera que por ejemplo tienen el Registro Civil en la entrada y que a veces generaba aglomeración de gente… Lo llevo bien, pero al principio con temor y ahora con mucho respeto.

Es muy talaverano, entregado a las causas de su ciudad. ¿Cómo ve a Talavera?

He vivido toda mi vida aquí, salvo los cinco años de carrera y el de servicio militar, parte del cual conseguí hacerlo en el Acuartelamiento del Cerro Negro, por cierto. Talavera la veo mal, no es esa ciudad pujante que decíamos que iba a subir por estar cerca de Madrid, que se iba a desarrollar, iba a mantener el nivel de segunda ciudad más grande de Castilla – La Mancha. La autonomía nos ha hecho mucho daño, a Talavera no ha venido ninguna de las inversiones que se nos prometieron. Sí, la universidad, pero segmentada y no lo que se nos dijo. Y sí, se han hecho  inversiones pero como en todos los pueblos y no las que hubiera merecido la segunda ciudad de la región, por ello ahora creo que somos la quinta ciudad de la comunidad. Recuerdo los 3 años y pico que se tardó en hacer la autovía a Madrid. Coincidió con mi etapa universitaria, que tardabas 3-4 horas… Porque del tren mejor ni hablamos. Talavera necesita más cuidado, atención y políticos autonómicos que sepan lo que es Talavera. Porque hoy hay muchos negocios cerrados, la Covid-19 está siendo la puntilla, muchos locales del casco que han abierto van a cerrar… El sector terciario y comercial lo tenemos muy difícil. Pero hay que aguantar y echarse para adelante, los talaveranos somos gente que se reinventa y conseguimos salir siempre.

Lo mejor que saca de su profesión en estos 25 años…

Me voy todos los días aprendiendo una cosa nueva.

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