Incertidumbre y compulsividad – Las manías

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Estamos acercándonos a aceptar la idea de que «no se puede complacer a todo el mundo«; de nuevo es adecuada la aproximación o cumplimiento de expectativas ideales pero entendemos que haya una parte de nuestro entorno que no esté de acuerdo con nuestra forma de actuar. La siguiente frustración es la idea de que «tenemos que tener todo controlado». Cuando pensamos que tenemos todo controlado, nos sentimos tranquilos. Nuestra actividad diaria se centra en el cumplimiento, a veces estricto, de planes de vida. En cambio, cuando ocurre algo imprevisto nos bloqueamos y hasta nos irritamos sin ser del todo conscientes del motivo del estrés sufrido. Es como si pretendiésemos tener una planificación exacta de todo lo que vamos hacer o peor, que fuese a ocurrir. Mientras las previsiones se centran en nuestra propia conducta, el desgaste personal es «llevadero». Cada vez más insostenible y capaz de interferir en nuestra vida normal pero no impide del todo, o a todas horas, ser felices. El problema se complica cuando convivimos o trabajamos con otra persona que, al contrario, tiene un estilo de vida más improvisado. Esta incertidumbre nos provoca más ansiedad, incluso angustia. Y, muchas veces, a lo que nos resistimos, persiste. Planificar tareas o anticipar objetivos, incluso marcarse submetas para alcanzar un logro es conveniente para tener conciencia de avance y que nos quede claro que lo conseguido ha sido debido a nuestro esfuerzo. Sin embargo, es imposible tener todo controlado, no podemos tener en cuenta todos los factores que intervienen ni mucho menos los accidentes, variables y obstáculos que van a ir surgiendo inevitablemente. A veces para bien. Es como cuando queremos encontrar la salida de un laberinto. Nuestro sentido de la orientación nos conduce (obliga) hacia una línea recta, tratando de, insistentemente, ajustarnos en el recorrido a esa dirección, percibiéndolo como algo agotador, y nos vamos encontrando con obstáculos naturales, a veces muy prolongados que nos desvían del objetivo pero a los que nos vamos adaptando con, cada vez, mayor flexibilidad. Y nos vamos dando cuenta que de lo que se trata es de disfrutar del camino, del momento presente, de cada una de las variaciones, con todos los sentidos y adaptaciones hasta conseguir el logro perseguido con sus sucesivas modificaciones, que lo hacen más interesante que la imagen inicial. A medida que vamos renunciando a tener todo controlado, que abandonamos la idea de romper obstáculos para poder avanzar y cumplir de forma ritual la idea anticipada, vamos aceptando los imprevistos y gustando de las novedades que vamos asimilando, estamos también aumentando la confianza en nuestra capacidad de logro y reduciendo la impaciencia insatisfactoria por conseguir cosas para empezar otras precipitadamente sin saborear el éxito. Puede que, en algún momento, nos parezca resignación. Como que no existe una voluntad y quedamos expuestos a «lo que venga». Pero entonces recordamos que el objetivo ha sido iniciativa nuestra, que el logro es más sabroso de lo que pretendíamos y que el camino fue todavía más apasionante: La aceptación de la incertidumbre.

Por Jose Antonio Gonzalez Porras. Psicólogo Especialista en Psicoterapia de los Trastornos de la Alimentación y por Estrés de origen diverso. Atiende: - En Clínica Marazuela. Avd. Extremadura, 5. Tlf. 925 815 281 - Con dedicación a la persona y en rigurosa confidencialidad a través del teléfono 925 81 52 81. También via email: info@telepsicologia.es
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