¡Comienza el verano escolar! La estructura o hábito familiar vuelve a cambiar, esta vez por el aumento del número de horas de convivencia en el domicilio con tus hijos, incluso puede que tengas horario de verano en tu trabajo y dispongas de la tarde para estar con la familia al completo. Todo un motivo de alegría e ilusión.
Aparentemente es una muy buena noticia, la ocasión que hemos estado esperando todo el año. Pero algo ocurre, pues parece que lo ideal no acaba de cumplirse o se estropea demasiado rápido. Aparecen conflictos olvidados, dificultades en la relación que alcanzan a preocupar. Estrés por una nueva exigencia, la distribución del tiempo y las tareas, junto con la ausencia de una respuesta familiar óptima y recursos personales. Pero esto es algo ya acostumbrado o esperado; el verdadero conflicto llega con la adolescencia de los hijos, cada vez más anticipada. Para mantener la balanza motivacional de la ilusión por el mes de julio haz lo siguiente:
- Recuerda de forma objetiva (no hace falta que se lo confieses) tu propia adolescencia. La relación con tus padres, lo injusto que te parecía todo, lo mal que llevabas el control parental…
- Habla con tu hijo/a, pero recordando siempre que no eres su amigo/a, y entiende que sus verdaderos amigos son considerados una fuente de sabiduría experta e inagotable. Sólo (confórmate) con responder a sus preguntas con respuestas que pueda entender. Cuenta con que su paciencia (tolerancia a la frustración) es muy baja todavía, y tenemos que ser un modelo de serenidad.
- Selecciona bien los enfrentamientos siendo proporcional, si tu hijo/a adolescente quiere teñirse el pelo de morado, es mejor que hagáis una “prueba autoconvincente” a oponerse tan radicalmente como lo haríamos en el caso de querer hacer un cambio irreversible en su piel. Aprovecha para preguntarle por qué quiere hacer ese cambio y a partir de ahí detectar una más que probable baja autoestima.
- Acuérdate que, por una cuestión de evolución, tu hijo/a tiene la misión natural de superarte (ni demasiado pronto, ni demasiado tarde). Revisa las expectativas que tienes para él/ella y pacta su cumplimiento programado y revisable. De todos modos, la genética hace su trabajo…
- Recuerda que sí estáis de acuerdo en una cosa, los dos queréis seguridad y bienestar. El adolescente no se arriesga gratuitamente, se siente impulsado por la experimentación de nuevos retos. Informa objetivamente acerca de los embarazos no deseados, las enfermedades de transmisión sexual, el consumo de tabaco, alcohol y cannabis, etc… Permite que los amigos de tu hijo/a visiten tu casa, acércate en su compañía a los lugares que más frecuentan… Esto te relajará y cambiará tu actitud y la suya en el caso de detectar signos más preocupantes.
- Ve aceptando su autonomía personal; la intimidad del dormitorio, sus whatsapp, su instagram y sus llamadas telefónicas empiezan a tener la misma privacidad que los tuyos. Cuando haya algo que quiera compartir contigo escúchale aunque no te parezca tan interesante como otros detalles que quisieras conocer. Que se note que confías en él/ella.
- Organiza actividades regulares (sueño y alimentación) y revisables (cumplimiento de objetivos) para que los próximos dos meses estén organizados y no se rellenen con tiempo ilimitado dedicado a vídeo juegos o internet.