El domingo 15 de marzo de 1964 los talaveranos notaron con gran susto como una, en principio, leve vibración se convertía en un terremoto. Mucha gente, asustada, salió a la calle temiendo derrumbes y otras catástrofes que suelen tener lugar con estos sucesos; sin embargo, no ocurrió nada en Talavera, ya que la intensidad de la sacudida sísmica fue mínima.
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