El miedo a los ruidos fuertes es adaptativo, es decir, aumenta las posibilidades de supervivencia del perro. Tener miedo a un ruido intenso permite esquivar un posible peligro.
He aquí la razón por la que no es extraño que los perros teman sonidos como los producidos por las tormentas, el camión de la basura, un globo que explota, el estruendo de un autobús al pasar, etc. El problema viene cuando el miedo se transforma en fobia.
¿Cuando es miedo y cuando es fobia?
Cuando la respuesta de miedo es desproporcionada y el perro empieza a responder así ante ruidos cada vez de menor intensidad, hablamos de fobia. Las fobias no son adaptativas y deberían ser tratadas, siempre, con la ayuda de un veterinario y un educador canino profesional.
Para tratar el miedo a los ruidos fuertes en perros se deben aplicar dos tipos de tratamiento, uno a corto plazo (paliativo) y otro a largo plazo (curativo).
Tratamiento a corto plazo (paliativo)
Los tratamientos a corto plazo incluyen: crear un refugio seguro para el perro, feromonas para la habitación usada como zona segura y psicofármacos para reducir la ansiedad y el miedo. En este último caso, siempre es el veterinario quien debe prescribir la medicación y la dosis adaptada a cada perro.
Tratamiento a largo plazo (curativos)
Sólo un adiestrador puede indicar qué pautas deben seguirse para reducir el miedo o tratar la fobia de un perro a ruidos fuertes como las tormentas.
Se trata de ir exponiendo al perro a los sonidos que le atemorizan en una intensidad tan, tan baja que no le provoquen ninguna respuesta de miedo y, además, asociarlos a sensaciones positivas (premios).
Sin embargo, esta exposición gradual se tiene que hacer de forma extremadamente progresiva ya que si se quiere avanzar demasiado rápido el perro puede incrementar su miedo.
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