Las emociones morales, como la empatía y la simpatía, son de gran importancia en el desarrollo social y moral.
En las últimas décadas, se ha producido un aumento considerable de los casos de violencia física y verbal entre menores, en la pareja, en las organizaciones… En todos los ámbitos de la sociedad en general.
La carencia de valores morales en el sistema educativo, familiar, escolar y social, producido por el intento erróneo de buscar una forma ideal de educar, que fuera mejor que el de nuestros antecesores y, con el propósito de evitar los errores de antaño, ha llevado al olvido o a la confusión de lo que representa la condición de ser padres.
Se ha pasado del autoritarismo a la total permisividad, bien entendido que, aunque lo bueno no es lo que había antes, tampoco es lo que hay ahora; posiblemente la postura ideal es encontrar el término medio.
Los padres viven equivocados con el papel que están asumiendo como progenitores. Colman a sus hijos con todos los caprichos posibles para evitar el sentimiento de culpa que les supone el escaso tiempo que pasan con ellos, sin dedicar tiempo para transmitirles los valores morales necesarios, con el fin de formarles como personas íntegras. Dejan a la escuela esa responsabilidad; más, en los centros educativos, la situación no es fácil, ya que no solo se encuentran con un número elevado de alumnos sino, también, con una escasa colaboración por parte de los padres.
Las emociones morales se consideran facilitadoras de los comportamientos pro-sociales e inhibidoras de comportamientos de desajuste psicológico. Se pueden considerar elementos cruciales para la promoción de la salud psicológica. Fomentan en las personas el interés por ayudar y conseguir el bienestar de otras personas, evitando hacerles daño o lastimarles.
Las historias que podemos leer diariamente en los periódicos, o aquellas de las que están plagadas los informativos, revelan la gran preocupación ante la crisis en el desarrollo moral de nuestros hijos y las consecuencias en aquellos que se van haciendo adultos.
Por ejemplo: ¿qué puede llevar a unos hijos a abandonar a su madre octogenaria a las puertas de un asilo durante el periodo vacacional? Pues sí, por mucho que nos sorprenda algunos hijos abandonan a sus padres a las puertas de un asilo o en una gasolinera en periodo vacacional.
Otro ejemplo lo podemos encontrar en niños que se han convertido en pequeños emperadores en casa, donde ellos marcan la reglas, deciden qué es lo que se ve en la televisión o adultos que maltratan psicológicamente o físicamente a sus padres.
El aumento constante de este tipo de sucesos evidencia el inadecuado desarrollo moral de los niños y de aquellos que ya no son tan niños, son las consecuencias de la falta de educación moral.