El Real Madrid salió de Talavera sin novedad en el frente, pero también sin señales claras de alivio. El equipo blanco evitó, con un cierre lleno de apuros, una de esas derrotas que se quedan grabadas. Kylian Mbappé, titular contra lo esperado, dio otro impulso a su carrera por una nueva plusmarca goleadora en un año natural con el Madrid, en un encuentro en el que jugó los 90 minutos. Y Xabi Alonso, por su parte, no abandonó el partido en mejor posición de la que llegó: su situación siguió moviéndose entre lo inquietante y lo crítico, con la sensación de que una victoria ante el Sevilla solo le llevaría a la Supercopa, escenario señalado como un examen definitivo.
Mbappé, la plusmarca y una apuesta ofensiva de alto riesgo
Este tipo de eliminatorias suelen ser terreno fértil para el modesto y su afición, y menos atractivas para los grandes. Sin embargo, el Madrid no se reservó a Mbappé: pesó más su voluntad de superar los 59 goles de Cristiano en un año natural (en 58 anda ya, a falta de un partido) que la necesidad de repartir minutos y cuidar piernas.
Para acompañarle, Xabi Alonso diseñó un once con pólvora: Endrick, Gonzalo y Mastantuono, además de dos mediocentros más creativos que destructivos, Arda Güler y Ceballos. Carreras apareció como central, en una disposición más propia de los minutos finales de un partido descontrolado que del inicio de unos dieciseisavos de Copa. En el banquillo, por si el plan no salía, aguardaban también Vinicius y Rodrygo.

Talavera compite, se protege y también amenaza
La idea madridista parecía clara: resolver pronto, castigar desde el inicio y economizar esfuerzos. Pero la lógica del guion no se impuso. El Talavera, pese a su condición de vicecolista en Primera Federación, interpretó la cita como la noche de su vida. Se replegó, sí, pero también mostró capacidad para salir y estirar el partido. De hecho, Marcos Moreno obligó a Lunin a intervenir con exigencia tras un cabezazo a centro de Edu Gallardo.
El Madrid dominó con paciencia, como suelen hacer los equipos grandes en campos incómodos, confiando en que el desgaste hiciera su trabajo. Con el paso de los minutos, fue acumulando ocasiones, especialmente a través de Endrick, rápido, voluntarioso y más fino de lo que había enseñado hasta ahora. Cuenca le negó un gol cuando ya encaraba a Jaime, y Farrando frustró otros dos intentos en la misma secuencia.
El penalti controvertido y el partido que no se rompe
El asedio fue creciendo: posesión cercana al 75% y llegadas continuas, con Ceballos rozando el gol en un remate demasiado cruzado. El Talavera se sostuvo con tres centrales, mucha densidad interior y protección del área por acumulación. Jaime respondió en una falta de Arda Güler, y Mastantuono no conectó con precisión dos balones enviados a la zona decisiva… hasta que llegó la acción que rompió el equilibrio.
Un balón llovido al área, un leve roce de Marcos Moreno con la frente y el posterior contacto con el brazo —en una posición que no pareció antinatural— terminó en penalti señalado por Cuadra Fernández. No hubo VAR, tan presente otras veces, y Mbappé lo transformó.

Cambios, reacción local y un final con el Madrid mirando al autobús
Lejos de rendirse, el Talavera interpretó que el partido no era imposible. Pitu Doncel tuvo una opción con una media vuelta que no encontró portería y Nahuel sí acertó al rematar un centro de Farrando. Los cambios reactivaron al equipo, y Sandroni repartió minutos como premio y, al mismo tiempo, como energía competitiva: el Talavera entró en la recta final con opciones ante un Madrid desorientado, con la sensación de tener ya la vuelta en la cabeza.
Mbappé pareció enfriar el escenario con un disparo sin demasiada intención que se le escapó a Jaime, pero Di Renzo firmó el 2-3 que mantuvo vivo el sueño toledano. No se consumó porque Lunin se hizo enorme, aunque el episodio dejó otra carga de tensión alrededor del técnico blanco.
En el descuento de la primera parte, el Talavera sufrió un golpe más: Mbappé apuró la línea de fondo, buscó un pase de la muerte y Farrando lo convirtió en pase del suicidio. La bota que intentaba salvar acabó ejecutando la jugada, en un presunto cierre del suspense con todavía 45 minutos por delante.
Segunda parte: oportunidades, pausa peligrosa y el riesgo de desconexión
Mbappé quiso continuar hasta el final y el partido le dio más opciones: dos se le escaparon al volver del descanso —una tras un pase preciso de Endrick— y otra encontró a Jaime bien colocado. Mientras tanto, el Madrid empezó a espaciar sus ataques y a consumir minutos sin el tono imperativo que parecía exigir la eliminatoria. Y cuando desaparece la necesidad, suele desaparecer también la brillantez: el paso previo al peligro.



