Ser correctos
Un “sí” o un “no”, en apariencia, es un simple monosílabo, pero tras ellos se esconde un mundo de sentimientos, deseos y emociones, a menudo contradictorios. A lo largo de nuestra vida, nuestros mayores nos han ido enseñando a ser siempre políticamente correctos. Nos referimos concretamente a aquellas situaciones personales, familiares o laborales, generalmente de otros, que asumimos como deberes propios e ineludibles. Esto supone decir “sí” a multitud de compromisos que están lejos de nuestros objetivos o deseos, y para los que puede ser que no dispongamos del tiempo necesario. Reflexionemos unos minutos… ¿cuántos “sí” hemos pronunciado en el día de hoy, que en este momento cambiaríamos por un “no”? Veámoslo de esta manera: cada “sí” implica un permiso al otro para irrumpir en nuestra vida, nuestros planes, metas, gustos, etc.
Cuestión de valores
Un “sí” o un “no” es, en definitiva, cuestión de prioridades que, a su vez, vienen determinadas por nuestros valores (propios y aprendidos). Cuando aceptamos hacer un favor a otra persona renunciando, por ejemplo, a nuestro tiempo, estamos reafirmando que, en este momento, esa persona es lo más importante, más incluso que nosotros mismos. De ahí que experimentemos sentimientos enfrentados. Por este motivo, es conveniente hacer un ejercicio de reflexión y autoconocimiento de nuestros valores.
Libres para decidir
Cada vez que tomamos una decisión, lo hacemos condicionados por multitud de necesidades, emociones, deseos…
Pensemos, por ejemplo, en la dificultad que entraña tomar cualquier decisión de trabajo que afecte directamente a la situación de la familia. ¿Mi trabajo aporta cosas positivas a mi familia o menoscaba su bienestar? Es importante que entendamos que estar condicionado no es lo mismo que estar determinado, es decir, por difícil que parezca, siempre tenemos la libertad última para decidir.
Empatía
Aprender a ser empáticos nos ayuda a conectar emocionalmente con otros y a comprender (que no justificar ni compartir) sus emociones. Sin embargo, un mal enfoque nos puede conducir a un compromiso moral con una situación que no es nuestra ni nos corresponde.
Los sentimientos del otro
A menudo los sentimientos de los demás nos importan, y mucho, especialmente los de aquellas personas que son más significativas en nuestras vidas. Tememos herir sus sentimientos o frustrar sus expectativas sobre nosotros, de modo que intentaremos por todos los medios que no se sientan defraudados.
Sentimientos de culpa
Cuando decir “no” genera en nosotros un sentimiento de culpa, esto hará mucho más difícil que tomemos la decisión correcta, porque ya estamos condicionados. Se trata, sin duda, de una culpa mal entendida, que nos hace sentirnos responsables de las circunstancias o problemas de otros. Pensemos que decir “no” también es necesario para nosotros: ganamos en respeto, seguridad y autoconfianza.
Aceptación
El sentimiento de aceptación es una de las necesidades básicas del ser humano, según la Pirámide de Necesidades de Maslow. Nuestra autoestima (el modo en que nos queremos y aceptamos) depende, en gran medida, de fomentar el reconocimiento, el cariño, el afecto o la comprensión de los demás. Por esta razón, antes de poner en riesgo estos sentimientos, diremos que “sí”, aunque en realidad pensemos que “no”.
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