En el año 844 el califa Abderramán II venció a los vikingos en la batalla de Tablada. Algunos de estos hombres del norte se incorporaron al contingente musulmán como guardias personales del califa, el cual los apreciaba por su aspecto intimidatorio y los llamaba “Hombres Mudos”, no por ser mudos, sino porque su lengua era extraña. Cuando Abderramán II pasó por Talavira llevaba a estos vikingos en su séquito.