La transición hacia el comercio electrónico supone la hoja de ruta de las empresas más competitivas

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Posiblemente fue el zarpazo de la pandemia provocada por la Covid-19 la causa del acelerón digital que el mundo ha experimentado en los dos últimos años. El confinamiento trajo consigo un aumento incontestable de la vida en internet, lo que a su vez se tradujo en hábito y frecuencia. Los usuarios han terminado acostumbrándose a la participación que estos entornos tienen actualmente en el día a día, surgiendo así un nuevo cambio de paradigma para las empresas: la digitalización.

El tejido empresarial está experimentando la necesidad de adaptarse a un escenario en el que la realidad digital se abre camino sin titubeos, por lo que el siguiente paso no admite mucho debate: renovarse o morir. La clientela no sólo se ajusta a las posibilidades digitales que ofrecen la tecnología y las redes, sino que además las demanda, las exige. Con esta casilla de salida, las empresas que busquen ser competitivas deberán ajustarse a los nuevos tiempos.

Las cifras, que son abrumadoras, respaldan esta idea. Atendiendo a los datos ofrecidos por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el comercio electrónico creció en España casi un 14% en el segundo trimestre del pasado año, lo que supuso una cifra de facturación de más de 13.000 millones de euros. Si fijamos el foco en el histórico comprobamos que no se trata sólo de un estirón propio de un momento puntual, sino que la tendencia alcista se viene registrando desde hace diez años. Según la CNMC, las ventas totales a través de ecommerces han aumentado en la última década hasta un 7%.

La pareja que reina

Las grandes áreas que han salido reforzadas de todo este proceso de cambio son sin lugar a dudas el entretenimiento y el comercio. La implantación de nuevos ecosistemas digitales ha cambiado la forma de divertirnos. Un estudio realizado por la consultora PwC concluye que en los próximos cinco años el entretenimiento online crecerá más del 5%, un sector en el que destacan sobre todo los esports y los juegos de azar. Esta industria en concreto experimentará una subida del 6,3%, posicionando a España en la lista de los cinco primeros países de Europa con mejor volumen de usuarios en estos espacios. De hecho, el casino online España ha conseguido en estos doce meses multiplicar por dos el número de jugadores con respecto al curso anterior. Los motivos hay que buscarlos en las medidas de mejora que han adoptado estas plataformas, dado que en los últimos tiempos han invertido sobre todo en proteger al usuario y facilitarle las cosas: ciberseguridad, gestiones más simplificadas, escenarios más realistas, etcétera.

Lo mismo sucede con los negocios comerciales que han decidido sumarse al cambio digital para exprimir al máximo las oportunidades de evolución. Sólo hay que mirar los números que se manejan en el sector para entender que la digitalización es el vehículo perfecto. Según el último informe presentado por el Observatorio Cetelem, los españoles dedicaron una media de 2.300 euros anuales a las compras online, y la previsión marca que esto vivirá una subida de en torno al 40% durante el 2022. Ante este panorama, no es de extrañar que gigantes como Amazon intensifiquen sus recursos digitales a fin de ofrecer mejores contextos a los compradores, ya sea a través de avanzados protocolos de seguridad, interfaces más intuitivas, atenciones al cliente más especializadas o procesos logísticos especialmente informatizados.

¿Por dónde empezar?

Con un escenario como este resultaría absurdo que las empresas no trataran de implantar estrategias de digitalización que mejorasen aspectos como la visibilidad, el tratamiento de los canales directos, las estructuras de venta online o las políticas de asesoramiento online, entre otros. Ahora bien, ¿por dónde empezar cuando el objetivo es trazar este proceso de transformación? Fundamentalmente son tres los soportes sobre los que debe partir todo plan de digitalización de empresas, con independencia de las particularidades que presente cada una de ellas.

En primer lugar, hay que estar predispuesto al aprendizaje. Un proceso de formación es clave para adquirir las habilidades digitales que exige el entorno. Se trata de estar habituado a herramientas que permitan la desenvoltura en la nube, en las distintas plataformas y en los distintos canales de comunicación a través de internet. En esta línea, destaca el hecho de obtener cierta destreza para llevar a cabo un análisis de datos (Big Data) que permita a la empresa conocer en mayor profundidad el perfil de su clientela, pudiendo así satisfacer sus necesidades y establecer sistemas predictivos que minimicen el margen de error.

Otro de los aspectos a cuidar es el relativo a la gestión financiera del negocio. La automatización de los procesos facilita a día de hoy que áreas tan sensibles como la facturación o el pago de impuestos cuenten con un soporte telemático que agilice y simplifique tareas como estas. Con ello se consigue además tener un gobierno de la empresa mucho más preciso, por lo que el riesgo de sufrir un imprevisto es siempre menor.

Finalmente, para completar este inicio de recorrido sólo resta tener claro que estrechar lazos entre emprendedores y mantener colaboraciones entre firmas del mismo sector es determinante. Estas relaciones de carácter bidireccional consolidan los conocimientos estudiados y suponen de igual modo una fuente de aprendizaje que favorece la capacidad de innovación y recursos explotables. Asimismo, es recomendable contar con el asesoramiento de organismos oficiales a la hora de este tipo de transformaciones

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