Ernesto López Parra fue un extraordinario poeta talaverano, hoy casi olvidado. Concejal de Cultura y Beneficencia en los años 20, desde su cargo propuso la creación de bibliotecas ambulantes, para lo que donó parte de su patrimonio bibliográfico, también quiso crear un ateneo talaverano y llegó a ser teniente de alcalde. Con la Guerra Civil huyó a Madrid, pero acabó siendo encarcelado en el penal de Ocaña donde conoció a Miguel Hernández. Murió de tuberculosis en el año 1941.
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