La ciudad de Talavera de la Reina tiene el honor de haber sido el lugar de nacimiento de uno de sus hijos más distinguidos: David Ortega Corrochano, un hombre cuya vida y carrera dejaron una huella imborrable en la historia de la medicina y la comunidad local.
Un comienzo prometedor
Nacido en 1895 en Talavera, David Ortega Corrochano mostró desde temprana edad un interés innato por el estudio y la ciencia. Siguiendo su pasión, se embarcó en una educación académica destacada y se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad Central de Madrid en 1916.
Un servicio dedicado a Talavera
A pesar de las muchas oportunidades que se le presentaron en otros lugares, David Ortega Corrochano eligió regresar a su ciudad natal para ejercer la medicina. Desarrolló casi toda su carrera profesional en Talavera de la Reina, donde se desempeñó como médico titular y ocupó posiciones clave en la lucha contra enfermedades devastadoras como la malaria y las enfermedades venéreas.
Fue médico jefe de la sub-brigada sanitaria, dedicando su tiempo y esfuerzo a la lucha antipalúdica y a la prevención de enfermedades venéreas. Además, estuvo adscrito al Dispensario Antipalúdico y al Centro de Higiene Rural, donde trabajó incansablemente para mejorar la salud y el bienestar de la comunidad.
Un investigador de renombre internacional
La dedicación y el talento de David Ortega Corrochano no pasaron desapercibidos. En 1927, gracias a una beca otorgada por la Fundación Rockefeller, tuvo la oportunidad de viajar y realizar cursos de perfeccionamiento en varios países. Durante su tiempo en el extranjero, colaboró en un importante descubrimiento: el agente transmisor de la fiebre recurrente española. Este logro no solo dejó una marca indeleble en la investigación médica, sino que también contribuyó al avance de la ciencia y la salud a nivel mundial.
Un líder en la comunidad
Además de su destacada carrera médica e investigadora, David Ortega Corrochano también se involucró en la gestión municipal de Talavera de la Reina, demostrando su compromiso con el bienestar general de la ciudad y sus habitantes.
Un legado duradero
David Ortega Corrochano falleció en 1958, dejando tras de sí un legado que perdura en los corazones y las memorias de los talaveranos. Su dedicación a la medicina, su contribución a la investigación médica y su servicio a la comunidad son recordados como ejemplos de excelencia y altruismo.