Explicamos en qué consiste, cómo se producen y cómo detectamos cada una de ellas.
Una alergia es una reacción inmunológica que se produce cuando el organismo reconoce una sustancia como extraña y reacciona contra ella formando unos anticuerpos de tipo Inmunoglobulina E.
Estas sustancias son proteínas que provienen de los alimentos, pólenes, polvo domésticos, hongos de la humedad o pelo de los animales domésticos. Las manifestaciones clínicas de la alergia son picor en la boca, hinchazón de labios, urticaria y la anafilaxia (dolor abdominal, diarrea, vómitos, afectación respiratoria, pérdida de conocimiento o bajada de la tensión arterial).
Para el diagnóstico de la alergia a alimentos se dispone de extractos comerciales para realizar las pruebas cutáneas, las llamadas “pruebas de la alergia” a través de las cuales se realiza una primera aproximación al diagnóstico y también se realiza la determina ción en sangre de IgE específicas a gran cantidad de alérgenos.
En la mayoría de los casos las intolerancias se deben a alteraciones en la digestión o metabolismo de los alimentos, que por origen genético o adquirido con los años, impiden la digestión, asimilación y aprovechamiento de algunas sustancias que contienen los alimentos.
La causa más frecuente de la intolerancia es la intolerancia a la lactosa. El proceso de digestión de la lactosa se inicia con la lactasa, que es un enzima producido por las células que recubren la pared interna del intestino.
Los síntomas asociados a intolerancia a la lactosa se desarrollan entre 30 minutos y dos horas desde su consumo y se deben principalmente a que la lactosa alcanza el intestino grueso sin haber sido digerida.
En el intestino grueso, las bacterias intestinales escinden la lactosa, produciendo gas hidrógeno y ácido láctico, y en consecuencia el individuo experimenta dolor e hinchazón abdominal, gases, flatulencias, náuseas, diarrea, dolor de cabeza e irritabilidad.
Existen dos tipos de intolerancias
- Intolerancia secundaria y/o adquirida: deficiencia transitoria de lactasa en el intestino debida a patologías o situaciones que resultan en una supresión de sus reservas enzimáticas, como infección gastrointestinal, medicamentos, enfermedad crónica del intestino delgado, enfermedad celiaca, etc.
- Intolerancia congénita: desorden genético que impide la producción de lactasa. Está presente en el nacimiento y el diagnóstico se realiza en la infancia temprana.
Dentro de las pruebas se incluye la prueba del hidrógeno espirado. Si existe intolerancia se produce una cantidad excesiva de gas hidrógeno. Si los niveles de hidrógeno en aire espirado van aumentand, el individuo es intolerante a la lactosa.
Por María Carballido Viejo, Facultativa Especialista en Bioquímica Clínica. Atiende en Clínica Marazuela. Tlf. 925 81 52 81