En la madrugada del 13 de febrero de 1956, un tren que circulaba por Talavera de la Reina arrolló a un hombre mientras cruzaba las vías cerca de la cantina de La Parra. El incidente ocurrió alrededor de las 12 de la noche, cuando el hombre, identificado como Antonio Cuerva “El Chaqueta”, se dirigía a su domicilio en el Corralón de Moro, hoy conocido como el Paseo del Muelle. El impacto fue devastador y dejó a los presentes conmocionados por la magnitud del accidente.
Un desenlace trágico
El médico forense, avisado tras el suceso, llegó al lugar solo para confirmar el fallecimiento inmediato de la víctima. El tren destrozó completamente el cuerpo, dejando una escena que los testigos describieron como impactante. La comunidad local se despertó al día siguiente con la noticia de esta tragedia, que dejó una huella en la memoria colectiva.
Un accidente que alertó sobre la seguridad ferroviaria
Este incidente, como muchos otros de la época, puso en evidencia los riesgos que representaban las vías del tren en una Talavera que todavía carecía de medidas de seguridad modernas. La falta de pasos regulados y sistemas de advertencia dejaba a los transeúntes expuestos a accidentes de este tipo, que, aunque frecuentes, no dejaban de conmocionar a la comunidad.
El recuerdo de una época
La historia del accidente ferroviario de 1956 se suma a los relatos de una época que convivía de cerca con los peligros del transporte ferroviario.
Aunque las condiciones de seguridad han mejorado significativamente desde entonces, este tipo de episodios forma parte de la memoria histórica de la ciudad, recordando un tiempo en el que la vida cotidiana estaba marcada por la proximidad con las vías del tren y los riesgos que estas suponían. Hoy, estas tragedias sirven como un recordatorio del camino recorrido hacia un entorno más seguro para los ciudadanos.