Sexo & las tareas de casa

En esta sociedad que quiere ser tan políticamente correcta nos cansamos de oír falsas consignas feministas que tratan de ocultar un machismo subconsciente que perdura desde tiempos inmemoriales.

Las nuevas generaciones, incluso alguna anterior, tiene que convivir con la sombra del machismo del siglo XX tan arraigado en la sociedad española.

Desde que se empieza una relación hasta que se tienen hijos, o no, pasando por el proceso de convivir o el matrimonio si fuera el caso, existe una presión sobre el hombre que cada cual lleva a su manera. Esto, claro está, solo en relaciones heterosexuales. El resto pasan desapercibidas, como si la igualdad entre las partes no fuera para ellos, solo por el hecho de compartir sexo. Aquí entraríamos en otros temas que dan para más de una columna, pues la falta de igualdad con otras parejas también tiene algo que ver con pensamientos del siglo pasado. El caso es que no importa el contexto social, situación laboral o incluso económica. El ojo de halcón está puesto siempre encima del hombre en las parejas heterosexuales. Ahora está de moda un hombre moderno, trabajador, pero respetuoso y caballero. Debe tratar a la mujer como una reina y ser complaciente y displicente. Además, un buen hombre debe ser fuerte cual macho alfa y traer dinero a casa, así como ayudar a su pareja (esposa o no) en las tareas del hogar.

«Cansa oír siempre los mismo. Cansa ver que se permitan actitudes y gestos machistas aunque sean puntuales»

Cuando un hombre está a punto de ser padre, con la llegada de un hijo, se desplaza al hombre a un segundo plano dando por hecho que la responsabilidad es de la mujer y que el papel del padre es básicamente de apoyo o ayuda.

En resumen, el hombre del siglo XXI debe mantener los valores de la caballerosidad machista de la edad media pero renovados, pues debe estar a disposición de lo que le puedan requerir en los quehaceres domésticos.

La verdad es que cansa oír siempre las mismas milongas. Cansa ver que se permitan actitudes y gestos machistas aunque sean puntuales. Cansa oír comentarios que dudan de las actuaciones de los padres. Cansa la gente que insta a ayudar a las mujeres en casa.

«El ojo de  halcón está puesto siempre encima del hombre en las parejas heterosexuales»

A las mujeres no hay que ayudarlas. No. Además, no hay que ayudar con la casa, ni con los niños. No hay que hacerlo nunca. El hombre no debe ser un criado que tienda lavadoras o friegue platos cuando se lo manden. Eso no puede ser.

Lo bonito de vivir en pareja es compartir. No solo se comparte la vida, se comparten los sueños o los deseos; también se comparten las obligaciones. Lo mismo ocurre cuando un hombre y una mujer deciden ser padres. Los dos, padre y madre, corresponsables de una vida que no es una carga para ninguno y sí una responsabilidad para ambos. Una vida que gesta la mujer pero que compartirán ambos. Los dos al mismo nivel en todas sus facetas. Iguales.

 

Por Jose Luis Espinosa

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