En el año 1548 una simpática monja llegó a Talavera. Iba camino de Guadalupe para cumplir una promesa, pero decidió hacer un alto para descansar, aprovechando que en la ciudad vivía un hermano de su madre Beatriz. También rezó en la Colegial antes de retomar su camino por el Puente Viejo rumbo a Guadalupe. La monja se llamaba Teresa de Cepeda y Ahumada y sería santificada años después como Santa Teresa de Jesús.
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