Doña María de Albornoz era la heredera de un rico mayorazgo. Además, al enviudar, el patrimonio de su esposo, el marqués de Aravaca, recayó sobre ella. Una calurosa noche de verano de 1608 no podía dormir y con una sirvienta decidió darse un baño en el río Tajo, junto al Puente Viejo. La corriente las arrastró, la criada se salvó gracias a un hombre que se arrojó al agua a ayudarlas, pero doña María pereció ahogada siendo su cuerpo encontrado al día siguiente. Fue enterrada en la Colegial. El mayorazgo volvió a su madre doña Teresa Saavedra que, en 1610, junto a su otra hija, Catalina, que era monja, fundó el monasterio de la Encarnación.
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