En 1898 a causa de unas medidas de ahorro, se pensó en suprimir los Jardines del Prado. Presidía entonces la Corporación Municipal Manuel Ginestal y Oliva y el Síndico de cuentas era Tomás Suárez, el cual había oído que se iba a tomar esta medida y decidió informarse. El teniente de alcalde le contestó que, ante los excesivos gastos de riego que suponía la conservación de estos jardines, se había decidido acabar con ellos. Tomás Suárez hizo ver a los políticos lo necesario que era la conservación de este patrimonio talaverano y se impuso el buen criterio, gracias al cual, todavía podemos disfrutar de este precioso paseo de nuestra ciudad.
Los Jardines del Prado casi desaparecen
