En la segunda mitad del siglo XV, el Arzobispo Alonso Carrillo traicionó a Talavera de la Reina, pues decidió ceder la ciudad y sus tierras a la Corona de Portugal, con el fin de perjudicar a los Reyes Católicos, de los que era enemigo. Fue necesaria la intervención de la reina Isabel de Castilla para impedir este acto. La soberana desposeyó al citado clérigo de todos sus privilegios.