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Angustia primaveral

¿Qué puedo hacer frente a la angustia primaveral? Es común en estas fechas, en las que se produce un asentamiento de la Primavera, un incremento en las consultas acerca de estados de ansiedad que se describen como de inquietud, de una respuesta inespecífica ante un estímulo también desconocido. ¿Cómo puedo afrontarla?

Estimado lector, a veces, en determinadas personas con antecedentes personales por crisis estacionales, esa angustia lleva a un estado similar a la depresión por percepción de indefensión ante la ausencia continuada de cambios en nuestro entorno (un «no me encuentro bien con nada» o al contrario, un «nada me hace sentir bien»). Es también frecuente canalizar dicho síndrome subclínico (leve) ansioso depresivo hacia deseadas soluciones «casero compulsivas» del tipo: tengo que perder peso (ya); tengo que reordenar mi casa (ya); tengo que poner al día todos mis papeles (ya)… y una larga lista de ideaciones similares, que se ven en si mismas complicadas y sin logro, generalmente por esa condición temporal imposible de cumplir, y que añaden, sin pretenderlo, todavía más tensión. Pero aún se puede complicar más. Es común que creamos resolverlo con iniciativas que hemos escuchado en nuestro entorno familiar o de amistad, del tipo: automedicación o alteración, a nuestro modo, de la prescripción médica previa; abuso puntual de bebidas alcohólicas u otras sustancias depresoras del estado de conciencia; extraños ayunos para controlar una alteración digestiva; apasionamiento con una actividad que inhibe las demás y altera los hábitos normales, incluso los del sueño y la alimentación (buff). En cualquier caso…, llega la primavera tardía o el verano anticipado que lo resuelve todo. Tan rápido a veces que, no nos da tiempo a analizar qué ha pasado o cuándo y por qué se ha resuelto, generando una «amnesia» o vacío de experiencia que lleva a que dicho síndrome se perpetúe en los futuros cambios de ciclo. La actividad normalizada, la adaptación plena a los hábitos horarios, alimenticios, la temperatura o cualquier otra condición cambiante hasta ese momento, se ha encargado de recuperar la normalización tan anhelada y sólo nos queda tiempo para vivirla y disfrutar de ello. Si nos vemos reflejados en la descripción anterior de signos y síntomas es preferible que hagamos algo: 1.- Es bastante probable que seamos vulnerables a la «Astenia Primaveral», un término médico (no patológico) que se refiere a la sensibilidad especial de algunas personas al cambio de exposición a las horas de luz y de ciclo hormonal que se producen de forma universal en estas fechas. Es importante saberlo para conocernos mejor y realizar una correcta interpretación de nuestras sensaciones internas. 2.- Al igual que el resto de los seres vivos, sufrimos cambios estacionales que, en el paso de la primavera al verano, se producen en forma de brote, de emergencia, de impulsividad, que no requieren de otra respuesta racional que la de prepararnos para los cambios que vayamos programando a partir de la experiencia del verano pasado y/o anteriores. 3.- Acudir a la reflexión asertiva o la meditación para definir el mejor tipo de respuesta específica al conflicto interno que surja. Dar salida de forma irreprimible a una tensión usando (dejándose llevar por) la explosión conductual y/o el castigo (hacia los tuyos o hacia ti mismo) tiene consecuencias aún peores, y no resuelve el conflicto inicial. 4.- Evita el consumo de alcohol u otras sustancias psicoactivas, el ayuno, la automedicación o cualquier otra compensación extrema.

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