Corredera del Cristo

Mucho ha llovido ya desde que por la Plaza del reloj y la Corredera del Cristo los transeuntes podían desplazarse a sus anchas sin la inquietud de mirar inconscientemente en todos los ángulos, ante el posible peligro de ser atropellados por la marabunta de turismos que recorren cada día las calles de nuestra ciudad. La instantán nos muestra una zona plagada de movimiento, ésta sin duda sería la palabra con la cual describiríamos la emoción que produce en nuestra retina el ver la actividad comercial, plagada de vida y en aquel entonces.

DIFERENCIAS Y SIMILITUDES
A tan sólo un párrafo de distancia hacíamos alusión a esos transeúntes o peatones que como podemos ver, en alguna ocasión recorren fugazmente la calle, esos personajes que cada día están menos presentes en la urbe, y que han sustituido en gran medida la labor del desplazamiento a pie por la conducción. Autos estacionados, en movimiento, y señales en el asfalto alejan el encanto de antaño. Aun así las centenarias almenas siguen en pié para recordar nuestra procedencia.